Desde que empecé a escribir, quise implantarme una rutina de escritura. Un tiempo para mi misma que pudiera dedicar a plasmar las ideas que surgían en mi cabeza, ya fuera en un papel, o en un documento del ordenador. Supongo que a tod@s los que escribimos nos pasa lo mismo.

Antes de la pandemia, utilizaba mis tardes y noches para dedicarle un tiempo a mis historias. Me costaba centrarme en cual quería continuar, y cada vez empezaba una nueva. Hasta que llegó el confinamiento, y decidí centrarme en lo que hoy en día es mi primera trilogía.

En ese momento, mi rutina de escritura era sencilla y básica, utilizaba las noches, horas y horas de la madrugada para centrarme en la historia, en crear el mapa que se convertiría en Los Tres Reinos. Y durante dos años esa costumbre me funcionó.

Pero sufrí cambios en mi vida, que sin darme cuenta me fueron alejando de ese momento que dedicaba para escribir, pues ya no podía hacerlo durante la noche. Me costó encontrar la formula correcta que me inspirara, que me ayudara a continuar. No solo con la historia, sino en especial con lo que consiste el proceso de escritura. Pues sabemos que no es tan fácil como sentarse ante el ordenador, ante un documento en blanco y dejar que las palabras salgan solas. Al menos no siempre funciona así.

En mi caso, y quizá a algun@ os ayude; ahora me tomo mi tiempo. Busco una música que me transporte al lugar donde quiero estar, al punto de la historia donde me encuentro. Pienso en la melodía que acompañaría cada acción del personaje, al ambiente que envolvería la historia. Y poco a poco, voy tecleando lo que va apareciendo en mi cabeza. Me he implantado el pequeño habito de buscar esa franja del día en la que pueda dedicarle al menos las 100 palabras que intento escribir diariamente. Puede parecer que es poco, si lo observamos desde el punto de vista, es un simple párrafo de 6 o 7 líneas. Pero a la larga esas 100 palabras, algún día que se convertirán en 200 y a la semana serán lo más probable más de 700.

Y de alguna forma u otra, con una pequeña rutina, con una porción de nuestro tiempo, podemos llegar a crear grandes historias.